- ISBN: 978-8466658294
El pasado 27 de enero 2016 salió a la venta la primera novela del vitoriano Álvaro Arbina, un joven arquitecto de 24 años.
La novela es un thriller histórico. La historia transcurre durante la guerra de la independencia (1808-1813) un trabajo de documentación riguroso que deja en evidencia la pasión que el autor siente por la historia, pero además es un relato de intriga, aventuras y pasiones.
Valores como la amistad, el amor, la familia y la valentía se entremezclan con las bajezas del ser humano en tiempos de guerra. Yendo detrás de sus propios ideales o del bien común los hombres se vuelven iguales que aquellos contra quienes luchan. La guerra les ha igualado a todos. Quedarán marcados “después de matar y ver morir”. El protagonista no puede quedarse al margen de los acontecimientos y deberá luchar por sobrevivir.
Con la novela recorremos España de punta a punta siguiendo al protagonista, viajamos desde la ciudad de Vitoria con sus edificios señoriales, a extensos bosques, verdes praderas, hasta llegar a contemplar maravillados las blancas edificaciones de Cádiz con sus balconcitos llenos de geranios, o llegar a los muelles y vernos rodeados por una bulliciosa multitud de gente envuelta en sus quehaceres diarios. La historia nos llevará también por un Madrid castigado por la guerra, donde cada habitante mostrará los efectos de la ocupación tanto en su aspecto físico como en su estado anímico, incluso pasamos por el primer campo de concentración conocido: el que albergó a prisioneros franceses en la isla de Cabrera.
Este es el viaje que realiza nuestro protagonista Julián de Aldecoa Giesler, un joven de dieciséis años, tras el rastro de su padre, quien, asesinado en extrañas circunstancias, no puede contarle el codiciado secreto que desde hace años protege su familia: el de la Orden de los Dos Caminos, creada por el abuelo del protagonista y que es el eje en torno al cual se desarrolla toda la trama. Esta sociedad secreta atraerá el interés del general francés Louis Le Duc, un hombre que esconde un terrible pasado lleno de odio y venganza y que perseguirá sin descanso al joven Julián.
La acción se desarrolla de manera trepidante, los secretos se irán desvelando uno tras otro, de manera que el lector no podrá dejar de leer esta novela cuyas situaciones inesperadas se irán sucediendo continuamente.
Según el autor «Hay un componente histórico muy fuerte y una trama ficticia importante. Cómo hilar las dos tramas, cómo hacer el puzzle con acontecimientos reales y ficticios era uno de los puntos más complejos de superar. Al ser una combinación de géneros, porque está el tema histórico, la parte de aventuras, la trama de thriller y la historia de amor, he tenido mucho cuidado de que la parte policíaca no se quedara coja. Ha sido como preparar el mecanismo de un reloj.»
Puedes saber mas en esta entrevista.
Fragmento de la novela.
Febrero de 1808
En algún lugar del Camino Real
Amanecía. Las primeras luces del alba emergieron difusas y tímidas, iluminando el manto de niebla que cubría el paisaje helado. Los campos despertaron cubiertos de escarcha, y el camino que cruzaba estaba tan endurecido por el frío que hubiera crujido a la más mínima pisada. Ni una sola brizna de viento rompía el silencio. Un silencio profundo pero débil al mismo tiempo, susceptible de romperse con un ligero silbido, con un leve movimiento. Parecía que el tiempo se hubiese congelado, detenido en su letargo.
La sombra de un jinete pasó al galope, veloz, rasgando ferozmente la calma que inundaba el lugar.
Espoleaba a su caballo con deseperación, apretando flancos e inclinándose sobre su crin para aumentar la velocidad. Sus oscuros ropajes ondeaban ante las violentas sacudidas de la galopada. Comenzó a sentir un dolor agudo en las manos, demasiado tiempo sujetando con fuerza las riendas. Pese a los guantes de cuero que las protegían, notaba los dedos entumecidos y en un acto reflejo procuró moverlos. La misma sensación se instalaba en su nariz, sus mejillas o sus orejas, a esas horas tan frías que apenas las sentía. Pero debía hacer caso omiso a tales molestias. No podía permitirse aminorar la marcha. No podía.
El jinete se llamaba Franz Giesler y miró atrás por enésima vez.
Espero vuestro comentarios y sugerencias.
Deja una respuesta