- ISBN: 978-8408159759
El pasado 13 de septiembre salió publicada Tierra sin hombres, la última novela de Inma Chacón, una autora ya consagrada que en 2011 fue finalista del Premio Planeta con Tiempo de arena, un relato apasionante sobre las herederas de un hacendado español a finales del siglo XIX, y que en 2013 publicó, Mientras pueda pensarte, una novela emotiva y sobrecogedora.
Tierra sin hombres es una novela que nos cuenta la historia de las hermanas Elisa y Sabela que crecen en una pequeña aldea cercana a Ferrol, donde su madre, Rosalía, una leiteira pobre, las cría sin la ayuda de su marido. Mateo, que emigró a América para iniciar un negocio que nunca concluyó, solo le dejó a su hermano Manuel, sordo de nacimiento, que con su bondad temerosa y sencilla la ayuda a sacar a sus hijas adelante.
Cuando Rosalía comienza a planear la boda de su hija Elisa con Eloy, el único bachiller del pueblo, no cuenta con que Sabela se ha enamorado de él y que el guapo minero Martín tiene otros planes para Elisa.
Tierra sin hombres es una novela de personajes y de intrigas familiares que se enmarca en la Galicia de finales del siglo XIX y principios del XX, en una aldea cargada de supersticiones y de habladurías, lluviosa, pobre; una tierra de viudas de vivos, donde las mujeres ven como sus hombres han de emigrar en busca de una vida mejor, un sueño que a veces se cumple y otras se vuelve contra todos.
Tierra sin hombres es una gran novela, la mejor novela de Inma Chacón, una escritura que desprende inmortalidad y clasicismo por los cuatro costados. Muy recomendable.
Fragmento de la novela:
Dos meses después de las fiestas de la Patrona Elisa hubo de guardar cama de nuevo. No acababa de encontrarse bien, y la partera le había aconsejado reposo si quería evitar que el embarazo se malograse como los dos anteriores.
Por las mañanas, antes de marcharse a Ferrol con sus lecheras sobre la cabeza, su madre le llevaba leche de sus vacas y se la dejaba hervida varias veces. Y por la tarde, tras cerrar la quincallería, el tío Manuel le llevaba unos huevos y una olla de berzas con unto que apartaba del caldero que había preparado Rosalía para su casa.
Faltaban unos meses para que La Quincalla de Cobas se transformase en El Buen Gusto. La clientela se había reducido a una tercera parte de la de los tiempos de la mina, y lo poco que ganaban apenas llegaba para pagar los pedidos. Así es que la familia se alimentaba prácticamente de lo que producía su huerta, de las gallinas del corral y de la leche que continuaba acarreando Rosalía.
Sabela había retomado sus rutinas. Ya no hacía falta que ayudase a su tío en la trastienda, él se bastaba para lo poco que había que hacer, así es que la joven volvió a sus golfos, a su huerta y a sus animales.
Llevaba cuatro meses sin ver a su hermana. Desde que supo que estaba de nuevo encinta no había aparecido por la casa de las cocheras. No quería tentar a la suerte, y mucho menos que la suerte la buscara a ella como en el anterior embarazo.
Tampoco había vuelto a ver a Eloy desde el baile. Ni en la iglesia, ni en la lonja, ni en la pescadería. En el pueblo decían que había alquilado una habitación en su propio hostal y que se quedaría allí hasta que se mudase a casa de su novia, cuando contrajesen matrimonio, aunque aún no habían fijado la fecha.
Por otro lado, Martín continuaba entrando y saliendo sin horarios y provocando habladurías de faldas, sin ingresos regulares con los que poder asegurar el pan de su mesa y sin hablar jamás de la procedencia de la comida que Elisa y él se llevaban a la boca.
No se lo había dicho a Elisa, pero se estaba carteando con sus hermanos desde hacía un par de meses. En Europa se había declarado una guerra en la que España no había tomado parte hasta el momento, pero la postura oficial sobre la neutralidad en la contienda estaba siendo muy contestada por algunos sectores.
A medida que se recrudecía el conflicto, las simpatías de los españoles por unos y por otros acabaron dividiendo el país en dos corrientes antagónicas, los germanófilos y los anglófilos: unos a favor de los alemanes, como representantes del orden y la autoridad, y los otros a favor de los aliados, que representaban la libertad y la razón frente a las imposiciones.
A las tabernas de Cobas llegaban los ecos de los debates que se mantenían en todas las tertulias políticas del país, donde se barajaban el sí y el no a la intervención dependiendo del curso que iba tomando la guerra.
Los hermanos de Martín le habían escrito nada más enterarse de la inseguridad que reinaba en el Viejo Continente, y le habían pedido que se reuniese con ellos. Por primera vez desde hacía años él les había contestado que intentaría ahorrar para comprar dos pasajes, uno para él y otro para su mujer.
En respuesta a su última carta, además de manifestarle la alegría de saberle casado, Román y Abel le anunciaban un giro postal que cubriría los billetes y los preparativos del viaje.
Espero vuestros comentarios y opiniones.
Mónica D. dice
Hola! ya había escuchado hablar de esta novela, en principio no me llama mucho la atención y tengo tantos pendientes que creo que voy a dejarla pasar. Un beso y gracias por la reseña que me ha servido para saber un poco más de la novela y decidir postponerla por el momento.
estela dice
Hola.
Primero agradecerte tu comentario y participación y segundo, animarte con la lectura de esta novela (aunque sea dentro de algún tiempo) y que nos hagas participes de tu opinión cuando lo hayas hecho.
Saludos.